sábado, 4 de agosto de 2012

Sobre lo complicado de un hecho simple

(Entre Marcos y Luciano.)

—Más adelante me vas a contar qué pasó aquella vez...
Bueno, es que--
... Más adelante. Ahora no importa. Eso es entre nosotros, y lo nuestro queda. Eso lo sabés, como yo sé que tu cara de culo es por otro asunto.
(Pausa.) Es jodido, hermano. No lo entiendo.
¿Qué pasó?
No puedo... (Pausa.) No lo en--
"Entiendo", ya sé. Ese es un problema con vos. Te devanás los sesos buscando una explicación. O una explicación mejor. Ahí está tu problema: Pensás que todo es más complicado de lo que es.
Está bien. Puede que le estés acertando... aunque no sepas de qué hablás.
¿Qué pasó?
Quise hacer un viaje. (Pausa.) Lo hice.
¿Te fuiste?
De hecho, me mudé.
¿A otro lado?
Esa es la idea.
¡Boludo! Lo que digo es: ¿No te parece raro? Te fuiste, de una y sin avisar. ¿Y no pensabas volver?
...
Ok, ok. Al menos contestame esto: ¿Por qué volviste?
No me pude quedar.
¡Por qué!
¡No sé, preguntale a Freud! El lugar no era malo, casi llegué a disfrutarlo. Pero no me pude quedar. Tengo--
"Asuntos pendientes".
(Lo mira sorprendido.)
Te conozco. ¿Qué sos, un fantasma acaso? No tendrías que haber vuelto. No le diste oportunidad.
... No le dí oportunidad.
(Se ceba otro mate y lo toma en silencio. Lento. Antes de hablar, le ceba otro a Luciano.) Lo que no me dijiste es ¿por qué te fuiste?
¡Uf! Qué pregunta. Ahí estoy, hermano.
No te creo. Sabés.
(Sonríe, mirando abajo, al mate: una sonrisa para sí mismo.)
¡Ja! ¿Viste? Sabés.

No hay comentarios.: