viernes, 26 de marzo de 2010

¿Distraído, yo? II

Hay veces —por suerte, ¡gracias a Dios!— que olvidarse de algo, o en este caso de alguien, puede ser útil —ya se que no me creen, yo tampoco, pero déjenme tranquilo.
Lo que me pasó hace un par de años fue que me metí en este grupo de estudio —parcial de lingüística—, grupo que no conocía sino de pasada a la mitad de los integrantes y a la otra mitad no la conocía y punto.
"Nos encontramos en un parque a tal hora el sábado", me dicen. Así que ahí me aparezco, con toda mi pinta de estudiante modelo que le robé a mi vecino antes de inculcarle mi vagancia y pinta de chorro —gracias, loco... y, lo lamento—; reconozco a algunos, se cruzan unos saludos, y nos quedamos unos minutos más a esperar a los que todavía no llegaron.
Tengan en cuenta que siendo un cordobés en Rosario, y pasando en ese entonces por los comienzos de mi primer año en esta carrera, no conocía a muchas personas en la facultad. Digo, era yo, mi sombra y naides más.
La cuestión es que si sumamos esto a mi alto nivel de distracción, del que ya les conté en otra ocasión, cuando veo venir a uno de los chicos, muy parecido a un compañero de otra materia, lo saludé como si ya lo conociera: sé que no hay mucha diferencia entre un "hola, qué tal" y un "ey, che, qué hacé'", diferencia que se mide en general por la respuesta del otro, que llegado al punto y para seguir contando, también se confundió y me respondió como si me conociera:
—¡Ey!, qué hacé'.
—Hola, loco cómo andás, che.
—No sabías que te iba a encontrar acá.
—Yo tampoco. No me diijeron nada.
Y así seguimos marrandola feo, cada uno por su lado, por las razones que sea, con la intención de ponernos al día, tratando de retomar lo último de que hablamos, con la leve sospecha, eso sí, de que no estabamos totalmente en lo cierto. Sospecha acallada, por supuesto, por la respuesta del otro. Qué le vamos a hacer.
Más tarde, charlando los dos, aclaramos que nos confundimos, que yo lo saludé pensando que era otro, y que aunque 5 minutos después ya me daba cuenta que no sólo le había errado al blanco sino que ni siquiera sabía que debía apuntarle a uno, le seguí el juego sospechando por su respuesta que a lo mejor ya lo había conocido antes pero no lo ubicaba —posibilidad para nada improbable, dado las... digamos, "circunstancias"—, y él me dijo que le pasó algo parecido, que también se confundió pero no quiso decir nada. Lo mismo, digamos. Ay, ay, adónde iremos a parar.

Bueno, así fue como conocí a uno de mis compañeros. La pucha. Ya le empecé a encontrar el lado útil. Se necesita práctica para eso.

Saludos.

5 comentarios:

Franco Coba dijo...

Empiezo este comentario con un JAJAJA, porque conociéndote, me imagine toda la escena. Te digo que pensándolo bien, esa técnica pude ser útil para acercarte a alguna persona desconocida con la intención de conocerla obvio.
Abrazo!

Analía dijo...

idem Franco. saludos

Paute dijo...

Que situación más incómoda. Sobre todo cuando ambos la están remando y no saben como seguir. Una situación similar que pasa en mi laburo es que a mi compañera hace ya casi un año que otra mina que labura ahí la saluda y le habla por mi nombre.
No sabe que está equivocada y lo peor es que tampoco le avisamos.
El día que se entere nos va a odiar.

Nicolás dijo...

Franco: sí, siempre que sea con intención de conocerla.

Analia: "Franco: sí, siempre que sea con intención de conocerla." :D

Pau: uh... ahí te quiero ver, jeje.
Sino cambia nombres con tu compañera y listo.

Saludos a todos.

Anónimo dijo...

JAJAJA (Arranco como Franco) y JAJAJA (termino como empezó Franco)