Tampoco los rumores insensatos de todo tipo dejaron de exagerar y horrorizar aún más las verdaderas historias de esos mortales encuentros. Pues no sólo los rumores fabulosos crecen naturalmente del cuerpo del mismo de todos los hechos terribles y sorprendentes —como el árbol herido pare sus hongos—, sino que, en la vida marítima, más que en la de tierra firme, abundan los rumores insensatos dondequiera que haya una realidad adecuada a la que puedan aferrarse.
Herman Melville, Moby Dick
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